Los días 4, 5 y 6 de abril de 2017 un grupo de 67 alumnos de 6º de Primaria, 1º y 2º de ESO disfrutaron de la inmersión lingüística en inglés en el Cortijo de La Argumosa.
4 de abril
Esta gran aventura comenzó el martes a las 9:30. Los cuatro microbuses iniciaron el viaje desde la Biblioteca Municipal de la Chana con destino al cortijo. Tras 40 minutos de sinuoso recorrido por la sierra los alumnos bajaron de los autobuses en la entrada del cortijo. Allí se los organizó por habitaciones y se les dejó algo de tiempo para que dejaran las maletas y se acomodaran.
Hacia las 11 de la mañana se reunieron todos en el comedor para presentar a los monitores y recordar algunas normas e informaciones necesarias. Desde este momento comenzó la inmersión y los alumnos, sin excepción, comenzaron a relacionarse en inglés. Seguidamente nos trasladamos a la carpa para almorzar.
Tras esto, se realizó una pequeña sesión de movimiento en la que los alumnos bailaron siguiendo los pasos de una monitora. Después se organizaron por grupos para hacer otras actividades hasta las 13:45, hora en que se fueron acercando al comedor para comer.
Después de la comida los alumnos pasaron un rato tranquilo en las habitaciones. A las 16:00 comenzaron las actividades vespertinas, que sólo fueron interrumpidas por quince minutos para merendar sobre las 17:15. Al llegar las 20:00 se dieron 45 minutos para ducharse y arreglarse, pensando en la cena y la posterior fiesta en la «discoteca».
Pasadas las 23:30 los alumnos fueron a sus habitaciones. A pesar de las ganas de quedarse charlando, rápidamente el sueño inundó el ambiente y, rápidamente, se hizo el silencio.
5 de abril
El miércoles comenzó a las 8 y media de la mañana, casi al tiempo que el sol saludaba sobre Sierra Nevada, los monitores pasaron por las habitaciones. Algunos no querían despertarse; otros, con los nervios, llevaban ya un rato despiertos.
Tras el desayuno y el arreglo de las habitaciones, todos se reunieron en la explanada junto a la carpa para realizar un pequeño calentamiento matutino. A continuación se iniciaron las actividades. Mientras unos grupos organizaban una búsqueda del tesoro, otros jugaban al fútbol y otros se retaban al «¿Quiere ser millonario?».
Llegó el aperitivo de media mañana y una segunda ronda de actividades y, hacia el mediodía, iniciamos un paseo hasta el Pantano de Quéntar. Durante la caminata los alumnos fueron charlando distendidamente con los monitores. Al llegar al Quentar Lake se sorprendieron con la altura de la presa y probaron la Teoría de la Gravedad de Newton: «si dejo caer una piedra, ¿cuánto tiempo tarda en llegar al suelo?» La vuelta a La Argumosa fue tranquila, animada por la conversación.
Al regresar al cortijo los niños se abalanzaron sobre la comida. A pesar de que el estofado «no les gustaba» casi todos repitieron. Tras un rato para reponer fuerzas en las habitaciones llegaron las 4 de la tarde y se inició de nuevo la rutina. Tres nuevas rondas de actividades deportivas, de conversación, juegos en equipo, preguntas, gimkanas… divertirse y relacionarse en inglés, al fin y al cabo.
Tras la hora de la ducha y la cena, de nuevo en el salón, se inició una velada, esta vez más tranquila y sosegada. El campeonato en el futbolín tuvo un nutrido grupo de jugadores que rivalizaban con los monitores, intentando batir su portería. A las 11:30 acabó la música y los niños, cansados, se fueron a la cama.
6 de abril
El jueves amaneció algo más silencioso. El cansancio hacía mella y, a pesar de las horas de sueño reparador, el ambiente se llenaba de ganas de actividades tranquilas. Tras el desayuno y la recogida de las habitaciones se realizó el habitual calentamiento.
A continuación la última ronda de actividades matutinas. Mientras unos grupos creaban su propio concurso de preguntas, otros creaban en papel y cartulina dibujos recordando las cosas que habían hecho durante los tres días.
A la hora de comer el cansancio se hacía patente. El comedor estaba algo más silencioso; sin embargo, todos estaban de acuerdo en una cosa: la experiencia se estaba haciendo demasiado corta. Por eso, cuando los monitores sacaron a Manuel, que cumplía 12 años, no hubo problema en cantarle el Cumpleaños feliz hasta doce veces. La espera por el bizcocho envelado fue sólo una excusa para pasar otro buen rato. ¡Qué rabia que Apostolia no nos lo enseñara también en griego!
La siesta se hizo un rato interminable. Después, todos bajaron las maletas a la entrada y las dejaron preparadas para la llegada de las familias. Todos apuraron el último rato de juego libre en las canchas o la explanada.
Concluyeron tres días emocionantes que las emociones guardarán para siempre en su memoria.