En mi despedida oficial del Colegio Ntra. Sra. de la Consolación (que supone el final de mi carrera docente por jubilación), me embargan dos sentimientos encontrados: por una parte, tristeza, por dejar definitivamente mi dedicación vocacional; y por otra, alegría, por las expectativas que se me abren en la nueva etapa de mi vida.

Ante todo, quiero expresar mi agradecimiento sincero a toda la comunidad educativa con la que me he relacionado a lo largo de los dieciocho años que he trabajado en este extraordinario centro educativo. A las directoras del colegio y a toda la comunidad de hermanas Misioneras Agustinas Recoletas, por su apoyo constante; a todos mis compañeros y compañeras del claustro de profesores, por actuar siempre conmigo en una relación de amistad; a los alumnos y alumnas, a quienes presento mis disculpas por si en algún momento no supe comprenderlos; a las familias, en especial a los miembros de las sucesivas juntas directivas de la AMPA, por la confianza depositada en mi humilde persona. Un abrazo a todos.